Ha nacido un bebé. Su hermanito tiene celos.
Sonia Martinez García. Psicóloga y educadora infantil.
"No entiendo por qué todo
el mundo está tan contento. Me dicen que podré jugar con mi hermano pero no
sabe ni aguantar la cabeza. No sabe hacer nada de nada y, para colmo, se pasa
todo el día en brazos de mamá. ¡Vaya rollo esto del hermanito!" En
ocasiones resulta difícil evitar los celos entre hermanos por mucho que nos
esforcemos, pero sí podemos hacer que se transformen en una experiencia
positiva que haga que nuestro hijo evolucione y se vuelva más autónomo.
Para nuestro hijo la llegada de un hermano no significa lo mismo que para
nosotros. Hasta ahora ha vivido una situación idílica, recibiendo amor
y cariño por los cuatro costados. Y no quiere que cambie.
Los celos son inevitables, así que debemos aceptarlos como algo natural. De nosotros dependerá que sean pasajeros, dentro de lo que se considera razonable, o que se conviertan en algo duradero. (…)
Debemos ser nosotros los que informemos a nuestro hijo de la llegada de
su nuevo hermano. Podemos explicarle que otros niños también tienen hermanos
y, si es posible, visitar a algún amigo o familiar que haya tenido
recientemente un bebé. De este modo, nuestro hijo puede familiarizarse con los
inevitables comentarios cariñosos de los adultos hacia el recién nacido.
"¿Dónde
está mi hermanito?"
Cuando nos pregunte, debemos informarle claramente. Es preferible
explicar lo necesario y adaptarlo a su edad que inventar historias que no
llevan a ninguna parte. Al referirnos a su hermano, hablaremos de "nuestro
bebé". Es bueno empezar a transmitir la idea de que será un miembro más de
la familia al que se debe querer y cuidar.
Es
aconsejable que nuestro hijo escuche el latido del corazón del bebé o sienta
las pataditas que da al moverse. Este será un buen momento para que le hable,
exprese emociones y podamos contestar a sus preguntas. Pero, sobre todo,
debemos hacerle sentir que lo queremos mucho, que nuestro cariño por él
no va a disminuir y que ese nuevo hermanito no le va a quitar su puesto.
Preparando la
llegada
Si se prevén cambios de habitación, deben hacerse tiempo antes del
nacimiento del nuevo hijo. De este modo evitaremos que piense que la llegada del bebé
lo desplaza y le arrebata sus cosas. Del mismo modo, cuando se aproxime el
parto, no debemos cambiar las rutinas diarias del niño (hora de comer, aseo y
dormir) aunque éste deba marchar a casa de un familiar. Si es posible, es
preferible que pase ese momento en su casa, rodeado de sus juguetes y de todo
aquello que le da seguridad.
Y llegó el
momento
Si el
hospital lo permite, debemos dejar que
nuestro hijo visite a su madre y a su nuevo hermano durante los días que
estén ingresados. Podemos colocar una foto suya bien visible en la habitación
(pegada en la cabecera de la cama, en la mesilla de noche…) para que compruebe
que, independientemente de las circunstancias, siempre lo tenemos presente. Si
no es posible, nuestro hijo puede telefonear a su madre y viceversa. No perder la comunicación en estos días es
vital para que nuestro hijo no se preocupe por la salud de su mamá.
Al regresar a
casa, es una buena idea llevarle un
regalo y decirle que se lo trae su hermano. La primera vez que nuestro
hijo vea al bebé, es aconsejable no tenerlo en brazos y que sea él quien pueda
acariciarlo e incluso coger. Y no dudaremos en mostrar lo alegres que estamos
por estar todos juntos.
Y después,
¿qué?
Reforcemos
todo lo que nuestro hijo haga para cuidar a su hermano y colaborar con
nosotros. Debemos abrazarle y elogiarle, mostrar nuestra satisfacción
por lo bien que se comporta y, sobre todo, hacerle sentir importante. Le
explicaremos las ventajas que tiene ser mayor y lo orgullosos que estamos de
él.
En estos
momentos tan delicados, es decisiva
nuestra respuesta ante conductas propias de los celos. No debemos darles
más importancia de la que tienen.
No será
extraño que nuestro hijo quiera tomar el biberón o que le acunemos como hacemos
con el bebé. ¿Y por qué no? En estos momentos, está pasando por una situación
conflictiva, y todo el cariño del mundo es poco para él. Hacer que se sienta el
centro de atención (con dosificación prudencial) es una receta mágica para
hacerle feliz.
Puede darse
el caso de que sea agresivo con su hermano. Si esto ocurre,
debemos demostrarle que esa conducta no la aceptamos. Es probable que su
comportamiento cambie y se canalice la agresividad hacia juegos de lucha o
pegando en la guardería. De un modo u otro, a medida que pueda ir entendiendo
la nueva situación, la agresividad irá disminuyendo.
En algunos
casos, también podemos observar
alteraciones en el sueño o la alimentación, incluso antes de que nazca
el bebé.
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